El actual gestor dirige desde hace 15 años el museo madrileño y podía optar al concurso por el que se decidirá el nuevo responsable esta primavera
, una de las instituciones que participaron en la redacción de este código. En el IAC siempre se ha abogado por una limitación de mandatos de unos 10 años en las instituciones culturales, un extremo que no se incluyó en el código por la falta de acuerdo con la organización que representa a los directores de los museos.
Han dicho de su proyecto que “desprecia al público común” y que promueve “un indisimulado relato propagandista que supedita la autonomía y la libertad de las obras”. Sus críticos le afean la falta de autores españoles en la colección permanente y un gusto muy marcado por el arte conceptual, lo que Borja-Villel denomina con cierta retranca “los papelitos”.
La persona que le suceda en el cargo no solo tendrá que lidiar con esta herencia de amores y odios, sino también decidir si , en la que Borja-Villel imprimió toda su visión del arte a finales de 2021, se queda como está o vuelve a cambiar.